lunes, 14 de marzo de 2016

SOCIEDAD Y DROGA

                                                                                               
 Estudios recientes sugieren que el consumo de drogas ilegales volvió a crecer entre los jóvenes debido a que resurgió un mensaje indeciso, dubitativo, ambiguo, respecto del tema.  El tratamiento de los dependientes a la droga es una medida  necesaria, pero una medida que se toma después de que el problema ya está instalado. Prevenir es mejor que curar. Muchos dependientes tienen tan alterada la bioquímica de sus cerebros que son incapaces de optar voluntariamente, libremente, por una vida sin drogas, e incapaces de prestarse a los requisitos de una terapia, que implica una cierta disciplina, un distinguir entre se puede/no se puede. De los que emprenden el camino de la rehabilitación, sólo la mitad termina el tratamiento, y menos del 10% de los dependientes logra resultados permanentes. El tratamiento de la dependencia implica costes que pueden ser difíciles de sustentar si el número de dependientes continuara aumentando. En los Estados Unidos, la rehabilitación de 100.000 drogadependientes cuesta 20.000 millones de dólares por año.  No existe la magia, el milagro. Para enfrentar el problema de las drogas, es necesario reducir tanto la oferta como la demanda. La reducción de la oferta es un problema complejo, que no será tratado aquí. Pero que quede claro, que no haya ningún tipo de vacilación ni de duda, que la reducción de la demanda es crucial. Las leyes del mercado demuestran que en tanto haya demanda de drogas, habrá quien eluda todos los obstáculos hasta que logre conseguirla.  La prevención es la clave para reducir la demanda, y debe basarse en un rechazo social de las drogas ilegales, un rechazo con consenso nacional y casi con tolerancia cero.  Para esto es necesario un apoyo masivo y firme de la sociedad y de los medios.  Las estrategias de prevención, mientras tanto, no pueden ser ambiguas ni confusas. Deben ser el vehículo eficaz de un mensaje claro: las drogas atacan y perjudican el cerebro, lo vuelven un discapacitado. Ya no puede procesar correctamente las informaciones necesarias para tomar decisiones acertadas. En los dependientes, las drogas distorsionan la conciencia y minan la libertad de elegir.  
                                                                                           
Para lograr el éxito en la prevención no existe un único camino.  Es necesario tomar atajos y rodeos, senderos estrechos y amplias avenidas, todas las que lleven a mostrarle al individuo que es posible ser feliz sin necesidad de apelar al falso paraíso de las drogas: campañas de esclarecimiento, preparación de líderes comunitarios, adiestramiento de personal especializado, cursos, seminarios, conferencias, actividades deportivas y culturales. Y todo esto debe ser hecho por todos y cada uno de nosotros, por cada uno de nosotros convertido en un agente social, en un agente para el cambio: maestros, padres, familiares, asociaciones religiosas, asociaciones de beneficencia y de servicio, asociaciones deportivas,  asociaciones de residentes, empresas públicas y privadas, organizaciones no gubernamentales, todos comprometidos en un amplio y exhaustivo trabajo de prevención de adicciones.

MINA SEINFELD DE CARAKUSHANSKY   

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