Todos los días, miles de niños y niñas alrededor del mundo sufren la vulneración de uno de sus derechos más esenciales, como ser el disfrutar de su infancia. En el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, reflexionemos acerca de esta problemática que perjudica el desarrollo de la vida saludable de los más chicos.
Cuando hablamos de trabajo infantil, debemos entender que nos referimos a “toda la actividad económica o estrategia de supervivencia, sea remunerada o no, realizada por niños y niñas menores de 16 años. Si es un trabajo peligroso, la prohibición se extiende hasta los 18 años.”
Insertarse en la actividad laboral desde una edad temprana puede traer consecuencias considerables a la vida del menor:
- Educación: niñas y niños que realizan actividades laborales disminuyen su rendimiento escolar o, directamente, se ven obligados a abandonar la escuela.
- Salud: la infancia es la etapa de pleno crecimiento físico, mental y emocional. La repetición de tareas mecánicas perjudica este desarrollo, ya que carecen de los estimulantes que les brindan, por ejemplo, los juegos o la escuela.
No debemos olvidar que hay trabajos que repercuten directamente contra la salud física de los menores, ya sea porque la actividad requiere de una fuerza excesiva, porque no cuentan con el tiempo suficiente para descansar o porque no reciben la alimentación necesaria para recuperar la energía gastada.
El Día Mundial contra el Trabajo Infantil fue instaurado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el año 2002 y tiene como fin visibilizar la problemática y, por supuesto, elaborar herramientas que la erradiquen definitivamente. Según datos oficiales, hoy hay más de 150 millones de niños y niñas trabajando en todo el mundo. En Argentina, se estiman que son más de 1 millón.
El trabajo infantil ataca directamente a los Derechos del Niño contemplados por la ONU. Todo niño tiene derecho a jugar, a divertirse sin preocupaciones, a ser niño.